La capilla de San Ignacio Enfermo es un pequeño recinto religioso que se encuentra en la plaza manresana que lleva su mismo nombre. Sus orígenes se remontan al año de 1522, coincidiendo con la visita de San Ignacio de Loyola a Manresa. En aquellos momentos, el espacio de la actual capilla lo ocupaba una casa propiedad de la familia Amigant, artesanos de la ciudad. Los miembros de la familia pronto establecieron una sincera amistad con el futuro santo, acogiéndolo en dependencias de esta casa cuando cayó enfermo en varias ocasiones.
En el año 1703, las antiguas habitaciones de la casa fueron convertidas en una capilla por orden y supervisión de Josep Ignasi d’Amigant e Ignasi d’Amigant y Olzina, descendientes de la misma familia. Diez años más tarde, en verano de 1713, las tropas borbónicas incendiaron el centro de la ciudad durante la Guerra de Sucesión de España. La capilla, que se encontraba en el corazón de la zona arrasada por las llamas, no se pudo reconstruir hasta el año 1778.
El templo también fue saqueado durante el verano de 1936, corriendo la misma trágica suerte que otras iglesias y capillas de la ciudad. Diez años después, en 1946, sería restaurada y reabierta al público. El edificio fue protegido como Bien de Interés Local (B.I.L.) en 2015, cuando fue rehabilitado por última vez.